Por naturaleza, el ser humano observa, interpreta y toma decisiones sobre si mismo, su entorno y el mundo. Es a partir de la infancia cuando estas interpretaciones empiezan a arraigarse en lo más profundo de la persona y le motivan a actuar de una manera determinada; como si ese pensamiento fuera verdad. Estos pensamientos arraigados se llaman creencias.
Muchas creencias fueron sembradas durante tu infancia y muchas otras fueron formuladas a partir de tus experiencias propias. Estas creencias construyen un manual de instrucciones por la cual tus comportamientos se rigen. ¿Son buenas o malas? No necesariamente, más bien te potencian o te limitan tus posibilidades. Por ejemplo: si tu crees que puedes hacer algo lo haces, y esa creencia te potencia; ejemplo contrario: si crees que no puedes, nada ni nadie te hará cambiar de opinión; por ende, esa creencia te limita porque te impide alcanzar aquello que deseas.
Sin darte cuenta, te repites frases que pueden estar controlando tus pensamientos y por ende tu comportamiento. La buena noticia es que las creencias se pueden cambiar con la práctica constante de unos ejercicios. Es por medio del seguimiento en sesiones de coaching donde sucede la magia, ya que sirve para actuar a partir de estas creencias potenciadoras para que puedas lograr resultados distintos.
¿Cómo identifico una creencia?
Primero debes estar consciente que tienes creencias que gobiernan tus pensamientos y, por ende, tu comportamiento. Si quieres cambiar tu comportamiento, tienes que cambiar el pensamiento que tienes arraigado.